Cuando Renault presentó pocos días antes de que termine el 2014 el nuevo Fluence, además de la nueva estética, se destacó una oferta más amplia de versiones que permitían combinar motor, confort y caja. Pero las negociaciones que llevaba adelante el sector automotriz con el gobierno por la actualización de la alícuota del impuesto interno a «autos de lujo», no había concluído entonces y Renault pudo ponerle precio a sólo 4 de las 10 versiones programadas.
Con la reciente, e insuficiente, actualización, ahora pagarán una tasa del 30% los autos que tengan un precio de fábrica de $ 195.000, mientras que los que superen los $ 241.500 serán gravados por una tasa del 50%, El precio tope para el público se elevó sólo nominalmente un 15% (no intenten ni siquiera hacer un cálculo real considerando la inflación, según ACARA del 48%). De esta manera el valor más alto que puede tener un coche, sin pegar un salto irracional al ser alcanzado por el impuesto, es de 275 mil pesos.
Aprovechando esto, finalmente Renault logró ampliar su gama disponible al incorporar las versiones Luxe Pack Cuero 2.0, Privilege 2.0 y Privilege CVT. Así, las versiones tope de gama del sedán producido en la fábrica Santa Isabel de Córdoba (Privilege 2.0 a $ 269.800, y Privilege CVT 2.0 a $ 274.900) son unas de las pocas opciones que se ofrece en el mercado con elementos de confort y de seguridad como el limitador de velocidad, 6 Airbags, y el fundamental control de estabilidad (ESP) y tracción (ASR), que definitivamente no debieran catalogarse como «de lujo».
Lamentablemente el impuestazo lo que hace es volver menos accesible la seguridad, algo que se contradice profundamente con la labor conjunta que ha tenido la industria con la ANSV para que desde 2014 todos los autos 0 KM tengan doble airbag y ABS.