No pretendo desde esta columna hacer una crítica del nuevo Citröen DS3 desde lo mecánico, ya que dejo ese espacio a los expertos, sino les contaré de las divertidas sensaciones al conducirlo por ciudad, autopista y ripio. En un principio, salir a la calle con una unidad del reciente ganador del Rally de Córdoba en manos de Sébastien Loeb y aunque no esté pintada con el torito y colores de RedBull, es intimidante. Nosotros probamos la versión «all black», porque uno de los rasgos distintivos del modelo es que se pueden combinar distintos y llamativos colores para carrocería y techo. Uno no para de sentir las miradas posadas en el auto en cada semáforo, y es que el aspecto de la renovada línea DS (aquella que se fabricó durante dos décadas desde la exitosa presentación del modelo en 1955) no es para nada indiferente. Uno de los elementos que más llaman la atención son las luces de día, dos grandes bigotes de LED verticales en casi los laterales del paragolpes delantero, y también los curiosos se quedan indagando el nuevo logo que presenta la familia más deportiva de Citröen.
Al encender el motor, el sonido demuestra todo su espíritu deportivo al tiempo que las agujas del velocímetro y cuanta vueltas dan un torque al máximo. La posición de manejo y el agarre de las butacas es inmejorable. Luego de encontrar la regulación adecuada del volante y el asiento en profundidad, altura y respaldo, ya no he tenido que «reacomodarme», incluso luego de realizar varios kilómetros. Es muy confortable y el ancho apoya pie (haciendo juego con la pedalera, todo de aluminio) hace que lo largo del viaje no se note para nada en cintura ni brazos.
El diseño interior es por supuesto también deportivo, pero no abruma, no encandila con luces o brillos innecesarios. Es elegante y moderno con un frente de torpedo negro reluciente. Sobre su centro se ubica uno de los parlantes del equipo de audio de última generación. Sinceramente, gracias al HiFi System creí que estaba escuchando un CD distinto al que tenía tocando en el minicomponente de casa (revivió a los Take That con un nuevo sonido).
El pique y respuesta en ruta para hacer un sobrepaso es impresionante, junto a la serenidad del motor llevándolo en la sexta marcha. En caminos de tierra y ripio, nuevamente respondió con mucha agilidad en ascensos y curvas y contracurvas. La sensación es de estabilidad y que va «pegado» al piso, sin embargo y a pesar de verse bajito (su altura es de sólo 1,46 m), no tocó en ningún momento, incluso uno de sus secretos es que la parte más baja del paragolpes es de goma flexible, lo que lo protege de incluso de los cordones al estacionarlo a 45 grados. Sin dudas, un deportivo con línea de vanguardia ¡más que divertido!Más fotos: www.facebook.com/controldetransito