La Secretaria de Energía otorgó una suba del 5% al precio del litro de bioetanol, producido a partir del maíz y la caña de azúcar, que por ley se mezcla en un 12% con las naftas, antes de venderse en las estaciones de servicio. Se trata del segundo incremento en un mes, ya que a principios de marzo ya se había autorizado otra suba similar.
Sin embargo el incremento dispuesto no alcanza al precio del biodiesel, también regulado, que integra en un 5% al gasoil que fabrican (o importan) las petroleras. Así, las pymes productoras de biodiesel amenazan con paralizar las plantas.
“Necesitamos un aumento de precios que permita a las pymes seguir funcionando, hay miles de puestos de trabajo en juego y muchas ciudades y pueblos del interior dependen de las fábricas de biodiesel”Federico Martelli, Cámara de Elaboradoras de Biocombustible (CEPREB)
Costos en alza, precios pisados
De diciembre a marzo, la Secretaría de Energía implementó un sendero de aumentos de precios mensuales del biodiesel de sólo el 4% al mismo ritmo del que tuvieron los combustibles.
Sin embargo, el aceite de soja que representa el 85% de los costos de producción de las plantas de biodiesel, en los últimos meses subió fuertemente su precio, por la implementación del dólar soja 1 y 2, la medida de Sergio Massa incentivar al campo a que liquide la cosecha.
Desde el Ministerio de Economía no quieren ponerle más presión a la inflación
Más bio, pero también más costoso
El objetivo de que las petroleras se vean obligadas a inyectar biodiesel y bioetanol a sus combustibles, es que se desarrollen nuevas plantas de producción de combustibles sustentables en diferentes partes del país. Sin embargo, no hay motores preparados para funcionar sólo con líquidos de origen orgánico.
La realidad es que a los fabricantes de combustibles destilados del petróleo, no les agrada tener que mezclar con productos que no tienen un trackeo y análisis de calidad propio. Incluso, señalan que el punto de congelamiento es menor, por lo que el blend se vuelve inviable para Patagonia, por ejemplo.
Además, las petroleras son las que absorben los mayores costos de ese proceso, inclusive hasta el transporte de los cisternas desde el campo hasta las destilerías.
En 2022, en medio de la crisis de falta de gasoil, se incrementó el porcentaje de mezcla para «estirar» los litros que llegaban a los surtidores. En ese momento, tras una muy buena cosecha, había combustibles del campo disponible. La inquietud es qué pasará este año con una producción de maíz y soja paupérrima, que seguirá elevando sin duda el precio de los granos. ¿Valdrá la pena agregar costos a los combustibles que se despachan en surtidor? ¿Quién los va a enfrentar?