El tema es sencillo, el mal comportamiento vial está instalado en la sociedad, y más allá de la gran apuesta de la educación hacia los niños, poco efecto tiene las horas de taller en la escuela si después ven a la maestra que se va en moto sin casco, la abuela los cruza a mitad de cuadra o los papás no se ponen el cinturón. Muchas de estas situaciones se vuelven cotidianas e invisibles entre la familia, vecinos y amigos.Sin embargo, las empresas empiezan a notar que hacer las cosas «como es costumbre» en vez de hacerlo de la manera correcta, conlleva a riesgos que se pueden traducir en accidentes y, para a empresa, en mayores costos.
Si bien las grandes empresas han desarrollado con el tiempo importantes gerencias y controles al personal en el área de Seguridad e Higiene, hay otro tipo de «accidentes» que siguen afectando a su economía empresarial: los siniestros viales initinere. Los empleados de todas las empresas, no importa a qué rubro pertenezcan o su tamaño, deben trasladaerse de su casa al trabajo y del trabajo a casa, y es en ese recorrido que un siniestro vial se puede catalogar como un accidente laboral. El 60% de los accidentes laborales se corresponden con siniestros viales in itinere. Si bien las ART pueden cubrir los costo fijos, siempre habrá complicaciones y pérdidas para la empresa por los días, o semanas, en las que el trabajador deba ausentarse.
Atentos a esta situación la Asociación de Dirigentes de Empresas realizó una Jornada de Seguridad Vial en la Empresa, en la que expertos de Sistemas Reid explicaron cómo descubrir y concientizar a grupos de riesgo dentro del personal, y en la que el ingeniero Fabián Pons del Observatorio Vial Latinoamericano (OVILAM) adelantó la presentación de la ISO 39001, una nueva norma que avala la Gestión de Seguridad Vial en las empresas. Pero lo más nutrido del encuentro fue la disertación de representantes de algunas compañías que ya han comenzado a trabajar, y obtener resultados, para bajar la siniestralidad vial de sus empleados. Un caso paradigmático fue el que expuso Martín Mallo Huergo, gerente de Medio Ambiente y Seguridad de YPF, en el que la mayor siniestralidad vial se daba, no en la flota de camiones ni en los cientos de vehículos que hacen miles de kilómetros en los yacimientos, sino en los playeros y empleados del market de las estaciones de servicio, antes o después del trabajo. En 2011, el 61% de los accidentes laborales en la petrolera eran siniestros viales in itinere, y de ellos el 60% eran en moto. La primera acción fue regalarle a sus empleados chalecos reflectivos, pero se animaron a desarrollar un «programa de Cultura en Seguridad» y brindarles talleres de capacitación para motos, involucrarlos, hacer concursos fotográficos en los que aquellos mismos que cometían los errores pudieran reconocerlos e identificarlos en su comunidad. Y quizás la apuesta más interesante fue comenzar a realizar un chequeo semestral obligatorio a las motos de los empleados. Una medida que se prodría haber tomado como invasiva, ha demostrado una alta adhesión por parte del trabajador. Según mismas cifras de la empresa, en ya casi 4 años de trabajo, hubo una reducción del 40% en accidentes in itinere y se redujo a la mitad la pérdida de días trabajados (por lo que se infiere que, además, el grado de siniestralidad fue menor). Según relató Analía Maselis, coordinadora del programa, lo más importante es sensibilizarlos, llegarles al corazón y el mejor resultado es que el cuidado vial y la toma de conciencia la trasladan a sus casas, con sus familias.
Estas experiencias son las que dejan en claro cuál es el verdadero significado de RSE, porque qué mejor Responsabilidad Social Empresaria puede haber que cuidar a su comunidad laboral y a sus familias, y lo decimos sin ir en detrimento de apadrinar una plaza, colaborar con una ONG o plantar árboles. Las empresas tienen que empezar a mirar el afuera, bajar el riesgo para sus trabajadores, concientizarlos, capacitarlos, y por qué no, negociar con el municipio cruces seguros y exigir veredas.