Se trata de un edificio histórico construido en 1962, emulando el Pabellón de Marsella del arquitecto Le Corvusier. Está ubicado en pleno centro, a metros del obelisco, y está retomado su aspecto original. En los últimos dos años había cambiado «su piel» ya en tres oportunidades, debido a que, por iniciativa de los ministerios porteños de Cultura y Espacio Público y la Fundación Banco Ciudad, lo habían tomado como soporte de gigantescas obras de arte. Realmente, no queda claro si el «desnudo» es hasta que se exponga un nuevo mural o definitivo. Ojalá sea lo último, porque –si querer discutir el aspecto artístico- un mural de 88 metros de ancho por 34 de alto, que ocupaba una superficie de 2992 metros cuadrados en sobre la Avenida 9 de Julio, es sencillamente una enorme contaminación visual.
Mientras tanto, comenzaron las obras para bajar la marquesina que sostenía el cartel publicitario del Banco Ciudad, una estructura de 96 metros de largo, por 5,5 de ancho. El desmantelamiento se realizará de 21 a 5 para no interferir en el
tránsito diurno de la Av. 9 de Julio. En referencia, el ministro de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli, señaló que se están autorregulando en el cumplimiento de las normas de disminución de la polución visual, porque hay que dar ejemplos de que las normas son para todos. (¿entonces las gigantografías no vuelven o Lombardi tendrá más peso político?).
Lo cierto es que el ministerio de Santilli viene trabajando de forma importante para que el espacio público sea un lugar transitable y seguro: entre noviembre del año pasado y enero se sacaron 177 carteles de la Av. Callao y se retiraron más de 300 marquesinas y 200 carteles distribuidos en las avenidas Corrientes, 9 de Julio, Santa Fe y Córdoba.