A diario cuando regreso del colegio de mi hija, me cruzo con un perro. Mejor dicho, él se cruza ladrando ante mi auto. El pichicho pertenece a un comercio y casi siempre están sus dueños allí sin hacer nada. Recuerdo que la primera vez que se acercó raudo, me asusté y di un brusco volantaso, lo que no dudo generó el divertimento de los pasivos espectadores. Luego, comencé a pasar a poca velocidad pero el canino no resistía la tentación de ponerse a ladrar justo al frente. Ahora apunto, sin bajar ni un cambio, y confío en el instinto animal. ¿Está mal?