La noche del sábado me fui para Pilar. Desde donde estoy, el camino más rápido es la desastrosa Ruta 26, que continúa en obra -vale aclarar que se volvió a ver a los muchachos trabajando, pero sólo haciendo zanjas a un costado del camino… parecería que falta efectivo en el municipio de Escobar para continuar con el asfalto-. Pasadas las 20:30 era notoria la cola de vehículos en el paso a nivel de la estación Maquinista Savio. Y aunque estaba la señal sonora y se debía hacer una extraña maniobra para sortear las barreras en baja, primero fueron los «valientes» colectiveros de la 291 los que supusieron que, como en otras tantas oportunidades, el sistema no funcionaba. A mi turno, debí también pasar en infracción apresurado por los bocinazos que recibía por detrás. Lo peor fue que a sólo 100 metros había un móvil de la bonaerense. ¿Que hice? Llamé al 911 a fin de poder solicitar que el efectivo apostado dentro -que debía estar meditando dónde iba a manguear de cenar- se acercara a dirigir el caos de tránsito y brindar seguridad a quienes debía pasar el cruce ferroviario. Lo mío fue una ilusión de primer mundo, después de 5 minutos de espera escuchando en forma repetitiva y continua «Se ha comunicado con el servicio de atención telefónica de emergencias de la provincia de Buenos Aires, no corte por favor«, me di cuenta que si me hubiesen estado asaltando, ya estaría muerto, y colgué.
La Bonaerense no sirve ni para dirigir el tránsito
De regreso, cerca de la 1:30 de la madrugada aún estaba en el mismo lugar el patrullero -ahora con una mujer policía durmiendo al volante- y, claro está, las barreras trabadas en baja.
No sólo la inacción de la bonaerense nos pone en peligro, sino que además colaboran a la idea generalizada de «pasá igual, si total están al pedo«.