Es indudable que la gestión de repavimentación y bacheo de Macri está «Haciendo Buenos Aires» un caos. Pero pensemos que no hay mal que por bien no venga. Por lo menos se ve en las obras a los muchachos trabajando y no haciendo el asadito. La esperanza es que en algún momento puedan corregir el peligroso trazado de carriles de algunas de las principales avenidas de la ciudad.
El carril izquierdo de Carlos Pellegrini «desaparece» luego de cruzar la calle Arroyo, lo que complica el enlace de la Av. 9 de Julio y Pellegrini, para aquellos que no quieren ingresar a la Aut. Illia. Otros carriles mágicos son los del Pasaje La Rabida, aquel medio circulo que une a las avenidad Paseo Colón y Alem, por el verdadero frente de Casa de Gobierno(sí, la fachada de la Rosada que da a Plaza de Mayo, en realidad es la posterior). Allí hay que tener extremo cuidado cuando se accede a la curva desde Paseo Colón sentido a Retiro, porque si nos guiamos por las líneas blancas pintadas en el asfalto chocaríamos con un frondoso árbol que plantaron justo en el borde del cantero central (lindo el paisajismo, pero de seguridad vial cero!). Circulando desde Retiro al Sur, en el punto medio del medio cículo, frente a la vista de Don Cristobal que mirá hacia el viejo mundo ahora enrejado, el tercer y cuarto carril se hacen uno (!) y se hace imprecindible frenar para evitar quedar debajo de una de las unidades de la línea 130. También está el carril misterioso en el acceso principal a la Aut.25 de Mayo por la Av. 9 de Julio alura Carlos Calvo.
Descontando los graciosos mamarrachos de la gestión Telerman, que pintó puntos rojos en el cruce de Corrientes y 9 de julio, y una pastafrola amarrilla en Pellegrini y Lavalle, hay que hacerles entender a los responsables de vialidad que no se trata decorar el aburrido negro del asfalto. Una mala demarcación genera embotellamientos, choques, y sobre todo un libre albedrío y la consiguiente pérdida de respeto a toda señalización por parte de los conductores.