Esta tarde, a la altura de Sucre el interno 426 de la línea 57 embistió a un coche en medio de las frenadas ante un siniestro que acababa de ocurrir y había dejado dos vehículos atravesados en la Panamericana sentido al norte. El impacto no fue fuerte y por lo menos no hubo heridos a bordo del micro, pero el chofer sin ningún escrúpulo no se detuvo para nada. Es increíble la irresponsabilidad de algunos conductores de transporte público, y en especial los pertenecientes a la Línea 57 que hace Pilar-Plaza Italia. Aquellos que deberían velar por la integridad de su pasaje, son los que manejan cómo locos en las colectoras y se creen dueños de la autopista transitando por el carril rápido con una constante violación a las velocidades máximas. Ya sabíamos que ni choferes ni empresa se hacen cargo del pago de los arreglos, pero no detenerse para el chequeo de posibles heridos no es una falta, es un delito.