Hay quienes aman la llegada del «control social de la calidad«, porque se califica el servicio y rankea a los prestadores y los precios más bajos, y estamos quienes hacemos un análisis un poco más profundo, más allá de los beneficios y confort inmediato. Hablamos de seguridad vial y movilidad sustentable. Para comenzar, entendamos que las normativa vial en Argentina es federal.
De tal manera, es cada municipio el que regula y controla su oferta del transporte público. Los taxis y remises integran esa categoría, por lo que precisan de una habilitación municipal para prestar servicio. Pero además, sus conductores deben contar con una Licencia Profesional de conducir (que por ejemplo les obliga a no beber nada del alcohol), y los vehículos tienen que tener una cobertura especial de seguro -las pólizas para particulares no cubrirían un siniestro en el que hubiese un pasajero pago, lo que conllevaría a la dificultad de demostrar que alguien que no fuese familiar directo no fuese pasajero- y una revisión técnica diferenciada (hoy en Capital ni siquiera existe la VTV para particulares).
En la Capital Federal, siendo la ciudad con mayor líneas de colectivos, 11 líneas de trenes con 4 nodos de estaciones terminales, la única con Subte, y hasta con una red de bicis gratuitas, hay, además, más de 38 mil licencias de taxis e incontables remiserías (de las habilitadas y lamentablemente de las truchas). ¿Creen que realmente hacen falta más vehículos circulando? Lo que es preciso es mejorar la conectividad con el Transporte Público Colectivo: o sea líneas urbanas de colectivos y ferrocarriles, que son la verdadera opción amigable con el medio ambiente y la economía, frente a más motores carburando y ocupando espacio público.
Debemos exigirle a la gestión Dietrich que tanto habla de movilidad sustentable que active la Agencia Metropolitana de Transporte, tripartita entre Nación, Ciudad y Provincia de Buenos Aires (hoy todas del mismo color político), para cambiar el sistema arcaico de competencia de líneas de colectivos con el mismo recorrido, generar tarifas planas y combinadas entre diversos medios de transporte público, y por supuesto controlar y exigir mejor prestación a taxis, remises y combis (estos dos últimos, claros resultados de la política de que trenes y bondis subsidiados -y destrozados- eran para los pobres). Quienes esgriman victoriosos la llegada de Uber hablan de que la gente se puede crear su propio trabajo.
Argumento totalmente noventista de precarización laboral, sin gremio, sin un salario mínimo, sin aportes patronales ni cargas sociales, sin protección alguna para el trabajador. Claro que mucho de ello hoy tampoco se cumple, pero hay un marco legal para combatirlo.
Los invito a seguir debatiendo sobre Uber en Buenos Aires.
Debate sobre #Uber en el twitter de @jotaleonetti Follow @search