Ayer por la noche, debí esquivar nuevamente un animal muerto en el segundo carril de la Panamericana a la altura del km. 15, sentido al Norte. Afortunadamente el tránsito escaso me permitió realizar la maniobra sin consecuencias. Podré decir que tuve suerte. Otra vez. En marzo, en la misma autopista, pocos kilómetros antes de la bifurcación de los ramales Pilar y Campana, cuando iba con mi mujer embarazada de 8 meses, embestimos y matamos a un pobre perro que se encontraba en el carril rápido. El auto, en esa ocasión quedó destrozado, pero afortunadamente no nos pasó nada a mi mujer, a la bebe, ni a mí. A pesar de mi estrecha relación laboral con AUSOL, concesionaria de la autopista, no he tenido aún la mediación exigida a través de los letrados que me ha proporcionado mi compañía de seguros. Ayer, tuve suerte. Otra vez. ¿Hasta cuándo?