La semántica es la especialidad lingüística que estudia el significado de las palabras y sus combinaciones. Comúnmente se le da un valor a una palabra que originalmente no tiene, pero muchas veces el uso es tan frecuente y popular que el termino finalmente gana la nueva acepción errónea. Un caso típico es desapercibido (que significa estar desprovisto de lo necesario para una realizar una actividad) que frecuentemente se mal utiliza en lugar de inadvertido, cuando queremos referirnos a una persona o hecho que no fue o pretende no ser visto.
Ya hemos tratado el tema de la tendencia de no llamar a los choques entre vehículos o atropellos, accidente de tránsito, ya que son sucesos evitables y los accidentes son eventos que suceden por casualidad sin ningún tipo de previsibilidad. De hecho, el slogan de campaña de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) es: «si se puede evitar, no es un accidente».
Un viejo profesor de locución, Cacho Farenga, nos enseñaba que por radio a la gente hay que hablarle claro con palabras comunes y sencillas. También nos decía una gran verdad de la radio como servicio: a la mañana lo más importante que hay que decirle al oyente es si llueve o va a hacer frío. Y ahora, podríamos agregarle cómo está el tránsito en los accesos, si va a viajar de forma normal o va tardar el doble de tiempo. Allí es cuando uno, intentando ser rápido, claro y concreto dice cientos de veces al día la palabra accidente, refiriéndose a una colisión entre vehículos o el atropello a un peatón, cuando debiéramos llamarlos siniestros viales. Y en el trajín, cuando se llama a la base de control de la autopista se le pregunta al operador «¿algún accidente?».
Hoy, enterado de un «accidente» en la Panamericana, llamo a la base control de AUSOL. Me contestan que no hay «accidente», y ante la insistencia aceptan que hay tres vehículos en banquina con neumáticos pinchados. ¡Caramba! ¿Mala suerte para tres automovilistas que pinchan en forma repentina y simultanea sus neumáticos? No, había ocurrido un siniestro vial: un camión habría perdido un neumático que salió despedido e impactó contra por lo menos uno de los otros coches y el resto debieron hacer una brusca maniobra. Según la autopista no hubo «accidente» porque no hubo «choque» entre vehículos. En definitiva, un problema semántico y otra falla en la comunicación desde el concesionario para con la prensa especializada que pretendió pasar inadvertida.