La justicia solicito no mover ninguno de los 8 vagones Toshiba que formaban parte de la formación siniestrada en el anden 2 de la terminal de Once. Además, como área operativa para las pericias solicitó que el perímetro se extendiera a los andenes laterales 1 y 3, de tal manera que sólo quedarán operativos los andenes 4 y 5 y los de la estación subterránea de Plaza Miserere, a la par del subte A.
En la jerga ferroviaria dicen que «el Toshiba siempre frena» y eso es porque de acabarse la carga de presión de aire de los frenos neumáticos, la zapatas (como si fuesen las pastillas de freno) quedan aprisionando la rueda bloqueándola, algo que aquí no sucedió porque aún quedaban 2 kilos de carga de presión de aire, lo que pondría en duda el accionar del joven conductor de la formación chocada a 20 km/h contra el paragolpes donde terminan las vías. Además, las primeras pericias no habrían detectado marcas en los rieles, ni en las zapatas, ni el GPS notó una desaceleración brusca -en los últimos 300 metros sólo redujo 7 km/h- que hubiese producido la aplicación del freno de emergencia (aunque la palanca estaba en esa posición) o del sistema del hombre muerto (que en este caso no es un pedal, sino un botón en el tablero que el conductor tiene que ir pulsando periódicamente).
No hay duda de que -excepto los nuevos vagones doble piso- todo el material rodante del tren Sarmiento es antiguo y también lo son rieles y señales y por ende todo el sistema es mucho más propicio a fallas. Por eso TBA deberá ser investigada por las tareas de mantenimiento -aseguran que la formación acababa de salir de una revisión exhaustiva de 15 días-, pero es claro que se precisa una verdadera inversión en el sistema ferroviario. El tema es que Nación desde hace años destina una millonada mensual con la política exagerada de mantener un boleto muy bajo en vez de invertir en nuevos y cómodos trenes.