Ayer, Macri se vio políticamente nuevamente debilitado en tener que dar marcha atrás (otra vez) en la aplicación de una medida de carácter netamente local. Moyano y el Sindicato de Camioneros amenazaron con sitiar la Ciudad porque el gobierno porteño pretendió establecer -en acuerdo con los empresarios del sector- un horario nocturno para la carga y descarga de mercaderías en el área del macrocentro. Paro sorpresa y amenazas varias por parte de los repartidores de aguas, gaseosas y lácteos, por la tarde reunión de emergencia y la decisión de posponer la aplicación por lo menos 7 días hábiles (tirar la pelota para adelante, que le dicen) y crear una comisión entre camioneros, distribuidoras y funcionarios.
El problema de la función de Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es que debe oficiar como gobernador -porque la constitución le da rango de estado a la Ciudad- pero enfrentando al mismo tiempo las problemáticas locales propias de un intendente. Si le sumamos la presión política a nivel nacional de ser jefe de la posición y la carrera para ser presidente, obtenemos lo que sucedió ayer, un funcionario que no puede no puede reglamentar cosas básicas como del tránsito como decidir cuándo y dónde se circula y se estaciona.