Dando cuenta a diario de víctimas fatales en diferentes rutas y cruces, de a poco uno va perdiendo cierta sensibilidad. Pero cuando la muerte tiene que ver con la inseguridad -y me refiero a hechos delictivos- que nos alcanza cuando vamos a más de 100 km por hora sobre una autopista, la realidad y el temor de que en cualquier momento le puede pasar a un ser querido, inquieta.
La Policía ya tiene identificado al presunto autor del asesinato de un hombre que viajaba con su familia por la Panamericana, a la altura de Zárate: un mayor de edad, que ya tuvo varios procesos en la zona. Un ladrón más.
El hecho ocurrió el lunes cuando Federico Peraud, junto a su mujer y sus hijos de 1 y 2 años, regresaban en un auto importado Rover color verde de la ciudad de Córdoba, donde habían ido a pasar unos días de descanso. Cerca de las dos de la madrugada, el hombre tuvo que detener su marcha en el km 85, debido a que en el medio del carril rápido impactó con un bloque de cemento, que provocó la rotura de los neumáticos.
Cuando Peraud abrió el baúl para sacar la rueda de auxilio, de pronto, vio que desde el campo se le acercaban dos o tres hombres encapuchados armados. Entonces sacó un fusil de caza mayor que llevaba guardado y disparó al aire para defender a su familia, pero los ladrones le respondieron con un tiro en el abdomen que le provocó la muerte.
Muchos automovilistas ya saben que si les tiraban una piedra al parabrisas no deben detenerse, pero con esta nueva modalidad delictiva de poner obstáculos en el camino, obliga a frenar ya que con una rueda rota es imposible seguir: 200 metros más adelante había otro coche detenido y asaltado minutos antes. Es cierto que la víctima cometió el error de desenfundar un arma, pero es imposible saber cómo reaccionaría uno en una situación similar. Lamentablemente, los delincuentes también encontraron el escenario perfecto: esa zona de la Ruta 9 permanece en obra, sin iluminación y ni siquiera tiene demarcada la calzada. Otra muerte la ruta.