La Legislatura porteña sancionó una ley que establece que en las autopistas de la Ciudad se deberá levantar la barrera superados los 2 minutos de espera.
La norma estipula a que «en ninguna estación de peaje el tiempo transcurrido desde el momento en que el usuario se posiciona en el carril de pago» hasta que abona «debe superar los 2 minutos para vías exclusivas para automóviles o los 3 minutos para vías de tránsito mixto». También deberán levantar las barreras de paso cuando haya 15 autos detenidos para pagar el peaje o cuando la fila llegue a los 120 metros de extensión, por lo que deberán señalizar ese tope con una línea blanca.
Fueron 26 votos a favor y 24 negativos del bloque PRO, para sancionar la iniciativa del legislador Claudio Palmeyro, quien es el presidente de la Comisión de Tránsito y Transporte. Lo extraño es que los compañeros del Sindicato de Peones de Taxis, que integra Palmeyro, no le hayan contado al legislador que la línea límite a los 120 metros para liberar los peajes ya existe desde 2011, pero que es lógicamente amarilla, para no confundirla con las bandas reductoras de velocidad que son blancas. Actualmente, se libera el paso por todas las cabinas de manera conjunta cuando la fila del 80% de las líneas de peaje se ven congestionadas superando esa marca de 120 metros.
Tras el rechazo en bloque de los legisladores del PRO, le queda la posibilidad del veto al ejecutivo porteño, por lo que quizás la ley promulgada quizá no sea nunca aplicada. Quizás hubiese sido más fácil que el proyecto sólo hubiese pretendido mover la marca límite unos 20 metros más adelante y obligar así a liberar de manera ordenada, pero de seguro más seguida (unos cuatro autos menos de espera). Nuevamente, los políticos impulsan decisiones populistas con supuestos gestos de preocupación vial (¿se acuerdan de bajar la velocidad máxima para colectivos o la discriminatoria tolerancia cero de alcohol sólo para los jóvenes?), pero que luego son impracticables.