>Dependiendo del horario en la mayor parte de los 3500 cruces semafóricos de la Ciudad de Buenos Aires, una luz roja puede durar entre 40 y 60 segundos. Sin embargo, realmente cansa la ausencia de onda verde o tener que detener el coche en medio de la noche cuando casi no hay tránsito (además del temor a ser asaltado). Por eso, científicos y matemáticos estudian darle a los semáforo mente propia para brindar mayor fluidez a las vías con mayor caudal de vehículos y reducir la congestión.
Es cierto que en Vicente López se encuentran los «semáforos» que indican con una flecha iluminada en rojo cuando se acerca un coche al cruce, pero los investigadores Stefan Lämmer y Dirk Helbing, idearon un sistema de semáforos que, antes de responder en forma inmediata a la necesidad individual de su cruce, se comunica con las otras señales lumínicas y regula la duración de sus luces dependiendo del nivel de tráfico que rodea al conjunto. El sistema permite que la duración de las luces sea menor, sin influencia de elementos como botones para peatones -como el que se ubica para cruzar Libertador altura el Palais de Glace en Recoleta- o placas en el asfalto que indican la presencia de autos.
Se creo un modelo virtual de la ciudad de Dresden, Alemania, funcionando con información real proveniente de semáforos en la ciudad. Los semáforos virtuales del modelo se comunicaban entre ellos para coordinar sus tiempos, con lo que lograron disminuir los tiempos de espera entre 10% y un 30%.
Más allá del ahorro de tiempo perdido, también se ahorraría dinero (en combustible) y se liberarían menos gases dañinos para el ambiente.
Más allá del ahorro de tiempo perdido, también se ahorraría dinero (en combustible) y se liberarían menos gases dañinos para el ambiente.