En la Legislatura Porteña comenzó la discusión acerca de si se puede imponer una reglamentación más estricta para el triángulo alcohol-auto-adolescentes. Un proyecto del diputado Claudio Palmeyro para modificar el Código de Tránsito pretende poner tolerancia de 0 gramos de alcohol en sangre para conductores menores de 20 años. La idea surge de que entre los jóvenes se han dado la mayor cantidad de casos positivos de alcoholemia. Cosa que no resulta muy extraño, si gran parte de los controles se hacen de madrugada cerca de los boliches.
Por su parte la legisladora María José Lubertino (ex INADI) calificaron la iniciativa como “estigmatizante y discriminatoria” hacia los jóvenes, y propuso que la tolerancia cero sea para los conductores nóveles hasta los 3 primeros años de experiencia. De esa manera se capta a los jóvenes de entre 17 y 20 como pretende el proyecto original, pero también a aquellos que deciden sacar su licencia de más grandes.
En el CESVI (Centro de Experimentación en Seguridad Vial) desde un comienzo aclaran que lo mejor es nada de alcohol al manejar, pero aseguran no estar de acuerdo con el cero absoluto para nuestro país porque generaría grandes controversias por los rastros no metabolizados: Alguien por ejemplo toma unas copas en la cena, pero a pesar del descanso nocturno a la mañana de camino al trabajo aún denota 0,05 g/l, de seguro estará en condiciones físicas de conducir, pero no legales.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que un límite, aunque sea bajo, permite una autorregulación: el beber forma parte de una costumbre social, que afortunadamente fue acomodándose y cuando antes en un restorán el promedio era de una botella de vino cada dos comensales, a bajado hasta compartirla entre cuatro. O sea, hay quienes que sin abandonar la costumbre (y presión social) de acompañar una comida con vino, ya se limitan a una copa para poder luego irse manejando sin infringir la ley.
Lo que sí reconoce Fabián Pons del CESVI es que en el caso de los jóvenes, ellos «tomán por deporte» y el objetivo de «la previa» es beber (porque en el Boliche además un trago es más caro). A esto hay que sumarle que clínicamente el efecto del alcohol es mayor porque los chicos toman con el estómago vacío, el organismo absorbe el alcohol más rápido y los efectos son más fuertes. Otra peligrosidad del alcohol en los jóvenes es que de por sí el primer efecto es que actúa como desinhibidor y estudios paralelos (sin ni siquiera meter al alcohol de por medio) señalan que los riesgos se colisión aumentan cuánto más adolescentes vayan en un auto, porque se incitan y desafían peligrosamente.
Desde el CESVI proponen hacer una baja generalizada del nivel permitido de alcohol en sangre para conducir. Con estudios médicos respaldan que 0,3 es un límite adecuado en el que ya se reduce en un 10% los reflejos y 17% la precisión en las maniobras. Este es el límite que justamente acaban de lanzar en Chile. Desde el 15 de marzo rige la Ley 20.580, denominada de “Tolerancia 0” ya que no puedes tomar ni una sola copa si vas a manejar. El llegar a la marca de 0,3 depende de múltiples factores, como el sexo, la estatura, el peso y el metabolismo, entre otras, por eso, el llamado es a no sacar cálculos, y simplemente no consumir alcohol si vas a conducir.
Ahora, particularmente no creo que la sociedad argentina esté aún preparada para una norma tan estricta que preve una suspensión mínima de 3 meses hasta la quita por 12 años de la licencia incluso sin participar de siniestro, con sólo el resultado positivo en un control de alcoholemia callejero.
Operativos conjuntos entre Capital y Vicente López
Volviendo a la realidad de cada fin de semana, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y la Municipalidad de Vicente López ya implementan operativos conjuntos de alcoholemia en los corredores que unen ambas jurisdicciones, con el objetivo de incrementar la seguridad vial en una zona muy transitada por jóvenes conductores en las noches de fin de semana, ya que es paso obligado para quienes concurren a boliches y bares de la Costanera, en Capital, y de la zona del Bajo, en Vicente López. Los puestos de control de alcoholemia y estupefaciente se encuentran ubicados en las bajadas a ambos lados de la General Paz.
En la Ciudad de Buenos Aires, se realizan 30 mil controles mensuales y el índice de positivos bajó de un 2% en 2007 a un 0.7% en 2011 (de cada 1000 controles sólo 7 dan positivos). La imposibilidad de ceder el volante a otra persona, instaurada en 2008, marcó un antes y un después en los operativos. Cuando se detecta un caso positivo, se secuestra el vehículo y se inician las acciones judiciales correspondientes contra el conductor.