Estamos ante una situación extraordinaria en la que no se cobran peajes durante la Cuarentena. De todas formas, se genera congestión en sus cruces debido a los controles de permisos para circular. La demora cada día es más grande y en algún momento deberá buscarse la forma de agilizar la circulación. No sólo por la cantidad de vehículos particulares que se irán sumando al tránsito, sino porque las concesionarias viales van a precisar volver a cobrar para no comprometer el pago de salarios al personal.
Aquí es donde el Coronavirus deja expuesto un problema que viene arrastrando el sistema: el peajista.
Sin dudas, es un buen momento para extender el concepto de Autopistas Sin Barreras del Paseo del Bajo, y acelerar la reconversión laboral que ya había comenzado a implementar AUSA con varios de sus peajistas: se los quita del ruidoso confinamiento de la cabina para ser censores del cobro automático a través de TelePASE, realizando su trabajo en horarios normales y en una oficina… aunque en un futuro quizá deba ser en modalidad HomeOffice.
También es cierto que no se podrá seguir manteniendo a las fuerzas de seguridad como meros porteros sobre las arterias, chequeando auto a auto las papeletas. Entonces autopistas y peajes -que ya no sabemos para qué se pagan- deberán transformarse en inteligentes controles de circulación, vinculando la extensión de permisos para circular expedidos por las autoridad a lectores de patentes ubicados en todas las subidas y con un monitoreo total de la traza con cámaras fijas y domos, como bien tiene el Camino del Buen Ayre.
¿Podrá la estructura sindical entender esta nueva etapa?