La semana pasada el gobierno porteño inauguró dos nuevas estaciones de la línea B que estaban ya construídas hace tiempo. El retraso de casi 3 años en habilitarse tenía que ver con la falta de trenes para extender el recorrido teniendo en cuenta el incremento de pasajeros y el mayor tiempo de viaje. Resuelto esto con la incorporación de «nuevas» formaciones usadas, la Ciudad apuró el corte de cinta con el objetico proselitista de poner en marcha el Metrobus de la 9 de Julio, la Terminal Obelisco para combis (que estuvo lista al día siguiente del metrobus, pero sin un aviso previo a los usuarios) y las tan anheladas estaciones Echeverría y Juan Manuel de Rosas en Villa Urquiza.
Pero ya desde antes del acto los metrodelegados del subte anunciaron que no completarían el recorrido ante faltas de seguridad en el nuevo tramo. El reclamo más atendible es el de la falla del sistema de comunicación Tierra-Tren por la falta de señal. La instalación de antenas para el óptimo funcionamiento de esta comunicación que permite la conexión directa entre la cabina del maquinista y el control central del subte era responsabilidad de Sbase que debió entregarle al operador Metrovías la obra «llave en mano».
Lo que está sucediendo es que al llegar a la estación Los Incas (antiguo fin del recorrido), los maquinistas abandonan la formación y ceden su puesto de trabajo a personal jerárquico de la empresa, que -acorde al escalafón ferroviario- antes han sido maquinistas y renuevan cada año su licencia de conductor. De hecho, son supervisores e instructores de los agremiados al sindicato que se niegan a conducir.Queda claro que la situación de intereses políticos. Sin ir más lejos, uno de los metrodelegados de la línea es candidato a legislador en las próximas elecciones. Pero también hay que atender que hubo un apuro por parte del gobierno porteño. En tanto, Metrovías intenta cumplir con la prestación del servicio. A continuación, el comunicado oficial de la operadora al respecto: